Antonio F. Marín: Semana

13 de abril de 2014

Semana


Semana primaveral con repiques del crepitar de la flor en los frutales mientras los santos desfilan entre faralaes de terciopelo, capuces sin helado y retumbes de tripa seca.  Una semana que no es santa pues peca de folclore imaginero pergeñado a la sazón para mostrar el evangelio a las gentes que no traducían el latín, por pereza, aunque ahora son de un provechoso interés turístico pues sirven para que la gente disfrute y la religión debe procurar también la dicha en esta vida, aleluya, aleluya, aunque sea con chirigotas, capuces y fallas. Aunque lo nuestro, lo mío, es la cruz vacía, la resurrección.

La Iglesia no es de interés turístico sino una institución que uno respeta mucho porque es la única que no me ha echado. Cosa curiosa. Nos han expulsado de los institutos, la OJE, la Marina y hasta se nos ha prohibido el regreso al psiquiátrico, joder, qué cosas, pero esa Iglesia católica que algunos llaman ‘fascista’ siempre nos ha perdonado aunque fuéramos borrachos de pecados y nos ha absuelto con infinita paciencia acogiéndonos en ella sin pedirnos explicaciones, ni echarnos en cara reproche alguno, mientras que los presuntos antifascistas nos han censurado, marginado, amenazado, injuriado y vuelto a censurar. De forma laica, eso sí, todo un detalle. ¿Hablamos de fascismo?...

Mejor lo dejamos porque un prójimo que milita en el ‘movimiento bright’ americano confiesa que no cree en la religión ni en Dios porque seguir sus dictados le priva de obrar con libertad y lo hace devoto. ¿Eso es amor?, se pregunta el sujeto con el mismo berrenchín de los hijos que acusan a sus padres de no quererlos porque éstos no los atragantan de chuches, cuando a simple vista parece que eso no es cierto pues la religión católica, pongamos por caso, es la única institución que si matas a alguien (y te arrepientes), te perdona en el acto, te borra el delito y no te denuncia, mientras que la sociedad laica te juzga, te condena, te insulta, te lincha, te priva de tus derechos civiles, te encierra en una cárcel y cuando salgas años después verás que tus vecinos huyen de ti y no te perdonan de por vida. ¿Hablamos de amor?..

Porque además no te prohíbe que disfrutes del sexo, como insiste el americano, sino que te aconseja que lo hagas bonito, con amor y sin ese instinto animal de Picasso, putero e infiel, que creía que sólo existían dos tipos de mujeres: diosas y felpudos. Las buscaba sumisas y dos de sus ocho amantes sufrieron crisis mentales y otras dos se suicidaron.

O que ames lo imperfecto y no abandones a tu hija de dos años enferma de hidrocefalia, como hizo Pablo Neruda al creerla un ser «perfectamente ridículo», pues son actitudes que también reprobaría una religión de ética laica y no por fundamentos morales sino porque es una ordinariez esmaltada en oro y chándales con ribetes fosforito. Uno prefiere el capuz, el raso y los repiques que evocan la santa infancia pues después de todo también he tocado tambores de hojalata. Cosas de hacerte viejo, con perdón.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza. 
Foto: Silvia Bomm

Mobusi