Antonio F. Marín: Decente

30 de marzo de 2014

Decente


A veces no sabe uno a qué atenerse, verdad usted, porque acabamos de saber que en Niza han condenado un marido a pagar a su mujer una indemnización de 10.000 euros por no haber mantenido relaciones sexuales. La noticia no es fresca y se cuenta con pitorreo, pero lo cierto es que las chicas no se aclaran. Si quieres cumplir a menudo eres un rijoso salido y si no lo haces te denuncian. Y multan. Mejor «hacer justicia con la propia mano», como aconsejan en México.

Puede ser un remedio/achicoria para no ir al conflicto como los imperialistas rusos tras invadir Crimea y ponerse a tiro de una guerra con Ucrania que no debería preocuparnos porque los del «¡No a la guerra!» ya deben de estar afilando las pancartas. Aunque seamos sinceros: una invasión en la que no participen los americanos pues que no, que no es invasión sino una guerrita descafeinada y con muertos bajos en nicotina. Ya pasó en Libia.



El imperialista Putin argumenta que los de Crimea no quieren ser ucranianos, pero los chechenos tampoco quieren ser rusos y este correlinde los invadió y masacró pues no respeta fronteras ni rábidas. Unas fronteras que habría que suprimir para que todos puedan circular libremente por ellas según trompetea uno de mis mejores ex-amigos, que cuando viaja en avión se percata de que las fronteras entre países son un invento del hombre porque desde allí arriba se ve claramente que no existen. Y tiene razón. Que se lo digan a Putin.

Aunque la contrariedad radica mayormente en que las fronteras que si existen son las de la verja que él instaló en su chalet para rodearlo y evitar así que nadie se le inmigre que ya se sabe que ‘to’ el mundo e’ güeno’ mientras no se meen en mi piscina, faltaría más, joder, porque es cierto que las fronteras son un invento del hombre pero hay que ser coherente y empezar por suprimir las de tu huerto y finca, para dar ejemplo, antes de eliminar las de los países porque los edificios se construyen desde abajo, por lo pequeño, y es sabido que el que no cumple en lo pequeño difícilmente cumple en lo grande, según nos decía con mucho tino aquél al que crucificaron por metomentodo. El que iba hecho un cristo, sí.

Y en estas que llega Adolfo Suarez y se muere, de verdad, entre encomios y ditirambos pues acerrojó la dictadura y logró por fin la unidad de los españoles: todos lo odiaban, incluidos los de su propio partido. Aunque una vez muerto ha logrado el certificado Aenor para ser enterrado entre bombos, laudes y panegíricos. Es un español decente dicen ahora de él todos aquellos que lo aborrecían e ingeniaron la crispación. Qué suerte tiene.

A mí las chicas me han llamado indecente, calavera, degenerado y pervertido. A lo menos. Y eso que uno no ha invadido Irak ni Crimea, ni la linde de catre ajeno. Ni me han multado por no cumplir en la cama porque siempre, siempre, me han echado de ella. No me han dado tiempo.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza. 

Mobusi