Ahora se explica por qué ellas te preguntan mucho en qué piensas cuando no piensas en nada. O por qué te preguntan en qué piensas cuando no piensas en ellas y cuando por fin piensas en ellas, te reprochan que siempre piensas en lo mismo. No se aclaran. Pero quizás ese frenesí con el cerebro se deba a que para hablar necesitan de él y las mujeres son el único animal del mundo (lo digo por mi madre), que pueden estar hablando 24 horas seguidas sobre el mismo asunto, y sin repetirse. Tiene mérito.
Como lo tienen los peperos que han admitido a trámite ‘la iniciativa legislativa popular para paralizar los desahucios’; aunque no sea más que torear con la puntica, sin arrimarse, porque una cuestión es que se admita para su debate y otra que se apruebe. Pero conviene dar fe de que los desahucios se producen sólo en el 5% de las hipotecas porque el 95% se pagan escrupulosamente a martillo pilón. Por eso celebramos cualquier iniciativa que acabe con el descalabro de las familias que han sido embaucadas para hipotecarse sin poder. Y sin deber (yo firmé la propuesta que ha llegado al Parlamento).